Todo lo que está pasando actualmente no era inevitable, pero hubiera sido necesaria la intervención de mentes más frías. El asesinato de Yabari acaba de sacar del escenario a uno de los actores políticos más útiles de Hamas.

Nacido en Nueva York en 1956, Gershon Baskin es un judío estadunidense que a finales de los setenta decidió mudarse a Israel con una meta: favorecer un proceso de paz entre israelíes y palestinos. Su convicción nunca ha cambiado: “La coexistencia sólo es posible si se basa en el reconocimiento de la existencia del otro”. Al inicio de la primera Intifada (1987), multiplicó sus esfuerzos como mediador entre ambos bandos. Un año después creó el Centro de Investigación e Información Israelí-Palestino (IPCRI, por sus siglas en inglés), un think thank integrado por especialistas de ambas naciones que hoy cuenta con amplio reconocimiento internacional. Baskin acababa de finalizar, junto con su contraparte palestina Ghazi Hamad, la versión preliminar de un acuerdo para una tregua de largo alcance entre Israel y Hamas cuando se enteró del asesinato de Ahmed Yabari, líder del ala militar de Hamas. Baskin plasmó su indignación y reflexiones sobre el particular en un artículo que fue publicado el jueves 15 en el periódico israelí Haaretz, y al día siguiente en el New York Times. Con su autorización, lo reproducimos aquí. (Anne Marie Mergier)

JERUSALÉN.- Ahmed Yabari, el hombre fuerte de Hamas, cabeza del ala militar de esta organización y responsable del secuestro del soldado israelí Gilad Shalit, murió el miércoles 14 durante un ataque con misiles israelíes.

El gobierno de Benjamín Netanyahu declaró que el objetivo de los ataques aéreos actuales (el alto al fuego fue pactado el pasado miércoles 21) es construir de nueva cuenta una fuerza disuasiva para impedir que se disparen cohetes en contra de Israel. En el pasado, los asesinatos selectivos de líderes de Hamas perpetrados por este país empujaron a la clandestinidad a dirigentes de la organización e impidieron temporalmente ataques de misiles sobre Israel.

Según los líderes israelíes se logrará imponer esa disuasión si se eligen como blancos a líderes militares y políticos de Hamas en Gaza y si se asestan duros golpes a su infraestructura militar. Pero esa política nunca fue eficiente a largo plazo, ni siquiera cuando Israel mató a Sheik Ahmed Yassin, fundador y líder espiritual de esa organización. En ese entonces Hamas no depuso las armas y ahora tampoco dejará de disparar misiles si antes no se acuerda un alto al fuego.

Cuando negociamos con Hamas para obtener la liberación de Gilad Shalit, entendí que los integrantes del grupo israelí pensaban que Ahmed Yabari no aceptaría liberarlo porque representaba para él una especie de “seguro de vida”. Los israelíes consideraban que mientras Shalit estuviera en manos del líder de Hamas, éste se sentía a salvo. El gobierno israelí estuvo en libertad de matarlo después de la liberación de Shalit, en octubre de 2011. La póliza de seguro del líder militar de Hamas dependía del valor que tenía para los israelíes mantener con vida a Shalit. Esa póliza expiró.

Pienso que Israel cometió un grave error estratégico y actuó con irresponsabilidad cuando decidió matar a Ahmed Yabari. No, Yabari no era un hombre de paz. No creía en la paz con Israel y rechazaba todo contacto directo con líderes israelíes, e incluso con personas no oficiales como yo. Mi trato indirecto con Yabari se hacía por medio de Ghazi Hamad, mi contraparte en Hamas y viceministro de Relaciones Exteriores de la organización, a quien Yabari había autorizado a comunicarse conmigo.

Desde que Yabari asumió la dirección del ala militar de Hamas, el único israelí que pudo hablar directamente con él fue Gilad Shalit. Y fue el mismo Yabari quien lo escoltó personalmente fuera de Gaza (en el momento de su liberación). Asimismo, es importante recordar que el líder militar de Hamas no se limitó a secuestrar a Shalit, sino que se encargó de mantenerlo con vida y de velar por él durante el tiempo que permaneció en cautiverio (cuatro años y nueve meses).

Como me tocó transmitir mensajes entre las dos partes pude enterarme de primera mano de que a Yabari no le interesaba solamente la tregua de largo alcance que estaba en discusión. Él también había sido responsable de la consolidación de los anteriores acuerdos de alto al fuego negociados por los servicios de inteligencia de Egipto.

Ahmed Yabari sólo aceptaba esas treguas después de confirmar que Israel estaba realmente dispuesto a detener sus ataques contra Gaza.

La mañana misma en que fue asesinado, el líder militar de Hamas recibió la versión preliminar de una propuesta de un amplio alto al fuego que incluía mecanismos para verificar las intenciones de cada bando y asegurar de que ambos cumplirían. Ese borrador había sido aprobado por mí y por Gahzi Hamad, viceministro de Relaciones Exteriores de Hamas, durante nuestro último encuentro la semana pasada en Egipto (segunda semana de noviembre).

El objetivo era superar los logros del pasado. Desde hace años se repite la misma historia: Los servicios de inteligencia de Israel detectan informaciones acerca de inminentes ataques terroristas desde Gaza. Entonces sus fuerzas armadas deciden lanzar acciones preventivas; es decir, bombardeos aéreos a células terroristas de las que se sospecha que están a punto de actuar. Por lo general se trata de facciones armadas como la Yihad Islámica, los Comités de Resistencia Popular o grupos salafistas que no están bajo el control de Hamas pero actúan en su territorio.

Esas células disparan misiles contra las ciudades israelíes ubicadas cerca de Gaza, muy a menudo sin alcanzar sus blancos. La fuerza aérea israelí responde a toda velocidad. El resultado típico de ese tipo de operaciones es el siguiente: entre 10 y 25 muertos en Gaza, ninguna víctima en Israel y enormes daños materiales de ambos lados.

Esfuerzos fallidos

Otros líderes clave de Hamas y miembros del Consejo de la Shura, su principal órgano de decisión, apoyaban los esfuerzos para lograr una nueva tregua, porque, al igual que Yabari, percibían la futilidad de los ataques de misiles contra Israel, que no causaban daños reales en ese país y provocaban decenas de muertes en Gaza.

Yabari no estaba dispuesto a renunciar a su estrategia de “resistencia”; es decir, de combate contra Israel, pero se percataba de que era necesario elaborar una nueva, y por ello estaba dispuesto a pactar una tregua de larga duración.

Una vez más, en Israel se presenta la guerra actual como una guerra de no choice (sin opción). El pueblo israelí se congregó detrás de su bandera, como lo haría cualquier otra nación en el mundo. El gobierno de Estados Unidos proclamó su apoyo al operativo israelí cuando declaró: “Israel tiene el pleno derecho de defenderse y de proteger a sus ciudadanos”. Es cierto que le asiste ese derecho, pero cabe preguntarse si no habría alguna manera de lograr el mismo objetivo sin recurrir a la fuerza.

Israel usó todos los medios a su alcance: asesinatos selectivos, invasiones terrestres, aeronaves no tripuladas, aviones caza F-16, cerco económico y boicot político. Lo único que no buscó ni intentó fue establecer un acuerdo –con mediación de terceras partes– a fin de lograr una tregua de largo alcance.

Ningún gobierno puede tolerar que su población sufra ataques de misiles lanzados desde un territorio fronterizo. El disparo desde Gaza de miles de misiles contra Israel debe acabarse.

Teníamos la oportunidad de alcanzar un acuerdo mutuo de alto el fuego. La diferencia entre la propuesta que yo había elaborado en cooperación con mi contraparte de Hamas y las propuestas anteriores consistía en la creación de un mecanismo que permitía a la vez neutralizar las amenazas inminentes de terror y definir de manera clara el concepto de ruptura de la tregua. Ese borrador debía ser traducido y presentado al mismo tiempo a Ahmed Yabari y a los altos responsables de la seguridad de Israel, quienes estaban al tanto de nuestros esfuerzos de mediación.

En esa versión preliminar, que según tengo entendido Ahmed Yabari pudo leer algunas horas antes de su asesinato, se proponía que las informaciones proporcionadas por los servicios de inteligencia de Israel a sus homólogos egipcios fueran entregadas a Ahmed Yabari. Eso hubiera dado al líder palestino medios para prevenir cualquier ataque contra Israel.

De esta manera, Yabari y las fuerzas que encabezaba hubieran tenido oportunidad de demostrar que hablaban en serio cuando aseguraban a los oficiales de inteligencia de Egipto que no les interesaba la intensificación de la violencia. Si Ahmed Yabari hubiera aceptado ese borrador, hubiéramos podido evitar esa nueva ola de violencia. De rechazarlo, Israel hubiera lanzado exactamente el mismo tipo de ataques que está efectuando actualmente.

Valía la pena el intento para concretar esa propuesta de acuerdo, que contenía implícitamente un elemento muy importante: en caso de que Israel descubriera la existencia de una bomba de relojería –disparos inminentes de cohetes por activistas–, bombardear Gaza no hubiera sido considerado como una ruptura de la tregua y no hubiera llevado a una escalada de la violencia.

En lugar de eso Yabari está muerto y junto con él murió la posibilidad de lograr una tregua de largo alcance. Quizá Israel también afectó la capacidad de los servicios de inteligencia egipcios para desempeñarse como mediadores a fin de lograr un alto al fuego corto y puso en riesgo su propio tratado de paz con Egipto.

Todo lo que está pasando actualmente no era inevitable, pero hubiera sido necesaria la intervención de mentes más frías. El asesinato de Yabari acaba de sacar del escenario a uno de los actores políticos más útiles de Hamas.

¿Quién tomará su lugar? No estoy convencido de que los líderes políticos y militares de Israel hayan respondido de manera adecuada a esa pregunta.

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Gershon Baskin

Gershon Baskin is one of the most recognizable names in the Middle East Peace process. He is a political and social entrepreneur who has dedicated his life to peace between Israel and its neighbors. His dedication to creating a culture of peace and environmental awareness, coupled with his impeccable integrity, has earned him the trust of the leaders of all sides of the century old conflict. Few people have such far-reaching and positive impacts on promoting peace, security, prosperity and bi-national relationships. Gershon is an advisor to Israeli, Palestinian and International Prime Ministers on the Middle East Peace Process and the founder and director of IPCRI, the Israeli-Palestinian Public Policy Institute. He was the initiator and negotiator of the secret back channel between Israel and Hamas for the release of 1,027 prisoners – mainly Palestinians and Arab-Israelis of which 280 were sentenced to life in prison, including Yahya Sinwar, the current Palestinian leader of the Hamas in the Gaza Strip. The prisoners were imprisoned for planning and perpetrating various attacks against Jewish targets that resulted in the killing of 569 Israelis in exchange for one Israeli soldier, Gilad Schalit. Gershon is actively involved in research and advocacy concerning topics such as social policy, environmental security, political strategy, peace education, economics, culture and in the development of affordable solar projects with the goal of providing clean electricity for 50 million people by 2020. He is a founding member of Kol Ezraheiha-Kol Muwanteneiha (All of the Citizens) political party in Israel. He is now directing The Holy Land Bond and is the Middle East Director for ICO – International Communities Organization - a UK based NGO working in conflict zones with failed peace processes.