“Existe una enorme diferencia” entre ambos “que influenciará las negociaciones con los palestinos” apuntó Gershon Baskin, director del Centro Israel-Palestina para Estudios e Información, con sede en Jerusalén.

Tanto las consignas a favor del primer ministro de Israel, Shimon Peres, o las de su rival de derecha, Benyamin Netanyahu, contienen la palabra “paz”. Pero los votantes deberán decidir entre dos visiones opuestas del futuro cuando concurran a las urnas este jueves.

Las elecciones se producen cuando Israel y los palestinos iniciaron negociaciones sobre el “estatuto final” de Gaza y Cisjordania.

El próximo gobierno deberá lidiar con otros asuntos controvertidos, como los enclaves judíos en territorios de autogobierno palestinos, Jerusalén, refugiados palestinos y fronteras finales.

A pesar de que Peres y Netanyahu afirmaron que las negociaciones con los palestinos continuarán, sus posiciones sobre estas cuatro cuestiones crearán situaciones muy distintas.

“Existe una enorme diferencia” entre ambos “que influenciará las negociaciones con los palestinos” apuntó Gershon Baskin, director del Centro Israel-Palestina para Estudios e Información, con sede en Jerusalén.

El pronunciamiento de Peres a favor del desmantelamiento de las pequeñas colonias judías en Cisjordania y el establecimiento de unos pocos “bloques sólidamente instalados” se contrapone a la de Netanyahu, quien no se opone a la creación de nuevos asentamientos que se sumen a los ya existentes.

Peres sostiene que Jerusalén permanecerá unida bajo soberanía israelí, pero muchos analistas pronosticaron que su gobierno encontrará una fórmula de compromiso, posiblemente dando a los palestinos el control de los barrios que ya habitan en la ciudad. Para Netanyahu, en cambio, cualquier compromiso es imposible.

El Partido Laborista que lidera Peres está dispuesto a considera el problema de los refugiados palestinos que escaparon durante la guerra de 1967, mientras el partido Likud, de Netanyahu, afirmó que no tienen derecho a volver.

Los laboristas abandonaron su oposición al establecimiento de de un estado palestino en Cisjordania y Gaza, mientras Netanyahu anunció que no permitirá que eso ocurra.

“Está claro que el Partido Laborista aceptará la creación de un estado palestino y que el Likud se opondrá e incrementará los asentamientos judíos en los territorios. Su objetivo es establecer otros 500.000 colonos en Cisjordania”, dijo Baskin.

La mayoría de los analistas coincide en que los acuerdos de Oslo y las negociaciones con los palestinos están suspendidos al borde del abismo. Los palestinos controlan ahora alrededor de seis por ciento del territorio de Cisjordania, con siete grandes poblaciones, y 85 por ciento del de Gaza.

La Autoridad Nacional Palestina también administra en conjunto con el ejército de Israel otro 30 por ciento de Cisjordania, donde habita la mayoría de los aldeanos. Israel retuvo el control total del restante 60 por ciento del territorio cisjordano.

Los palestinos dijeron que esperan controlar más territorio en la medida que las negociaciones con Israel progresen. Si el Likud llega al gobierno, esa transferencia de poder será limitada, según los analistas.

Baskin y otros observadores pronosticaron una ruptura de las negociaciones y posibles brotes de violencia si Netanyahu triunfa. En su opinión, los palestinos no aceptarán un control limitado en Cisjordania.

“El Likud quiere evitar a toda costa un estado palestino. Como aumentará los asentamientos, los palestinos no serán capaces de volver a negociar con un gobierno que adopte semejante actitud”, observó Baskin.

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Deborah Horan

Deborah Horan spent more than a decade covering the Middle East from Jerusalem, Baghdad, Cairo and elsewhere for the Houston Chronicle and the Chicago Tribune. Her main areas of interest are Iran, Iraq, the Israeli-Palestinian conflict, Arab media, women in the Middle East, and journalism’s changing economic environment. She wrote for the Chicago Tribune for six years, covering the Middle Eastern community in Chicago and the war in Iraq. Previously, she was the Jerusalem-based correspondent for the Houston Chronicle, where she covered the Israeli-Palestinian conflict and the region, including Iraq, Iran, Syria, Egypt, and Lebanon. In 2001, she won the Knight-Wallace Journalism Fellowship at the University of Michigan, where she studied the rise of Al-Jazeera satellite television. She has written for magazines including Newsweek, The Washington Monthly, Progressive Woman, and Psychology today. In 1999, she was chosen as a finalist for the Livingston Award for outstanding young journalists. She currently lives in Washington, D.C., where she is a senior communications specialist for a food policy research institute.